Perry Jackson y la revitalización del mito

Rick Riordan es un profesor de instituto reconvertido en escritor de novelas juveniles que ha obtenido un gran éxito con las sagas de Percy Jackson y la de mitos egipcios Las crónicas de Kane. Hasta el momento de las primeras en castellano se pueden leer los cinco títulos de la serie Percy Jackson y los dioses del Olimpo (El ladrón del rayo, El mar de los monstruos, La maldición del Titán, La batalla del laberinto y El último héroe del Olimpo), y tres de la serie Los héroes del Olimpo (El héroe perdido, El hijo de Neptuno y La marca de Atenea). El cuarto de esta segunda serie (La casa de Hades) ya ha sido publicado en inglés y el último (La sangre del Olimpo) tiene prevista su publicación para octubre de 2014. De los dos primeros títulos de la primera serie ya podemos ver también las películas y está previsto que la película del tercer libro (La maldición del Titán) se ruede el año próximo.

En estas novelas, los personajes son héroes, es decir, en sentido estricto, no personas famosas o que realizan acciones heroicas (definición en la que podría entrar tanto un personaje de cómic tipo Superman o Batman, como el bombero que rescata a una persona de un incendio), sino hijos de un dios o diosa griego o romano y un humano. A estos semidioses se les adjudican poderes superiores a los de un humano, pero no necesariamente se comportan como varones (o mujeres) virtuosos por sus hazañas ni tampoco tienen un carácter elevado, que es lo que entendemos en castellano por un héroe. Por eso nos gustan, porque en estos momentos nos interesa más lo que se ha dado en llamar "antihéroes", es decir, personajes trágicos que se ven inmersos en problemas increíbles que no siempre solucionan satisfactoriamente, atormentados por ello pero que al final se revelan como superiores a cualquier otro que pudiera habernos parecido perfecto.
Estos héroes además son jóvenes que viven su adolescencia con más dificultades que otros, puesto que su carácter semidivino, en principio desconocido para ellos, les aporta determinados problemas como la dislexia (que curiosamente se debe a su capacidad de leer mejor en griego clásico que en inglés) o su hiperactividad (también debida a unos extradordinarios poderes que deben aprender a controlar) y, desde luego, porque tienen que salvar el mundo.
Estamos, entonces, ante una serie de novelas para jóvenes, de las que las editoriales han dado en publicar desde el éxito de Harry Potter y los autores en "franquiciar" para el cine. ¿Es algo así como Crepúsculo, Los juegos del hambre o Cazadores de sombras? Sí y no. En estas, algunos (o algunas) disfrutan del amor edulcorado y mormón de la primera, más violento de la segunda o el sexual (aunque sin culminación, al menos en los personajes principales, gracias a las diversas estrategias de la autora) de la tercera. Pero poco de esto hay en Percy, en que los personajes son adolescentes, aunque haya algún flirteo (que ellos llaman noviazgo), como había en Harry Potter.
En cambio, las anteriores no se merecerían figurar en esta revista, si no fuera para relacionar Los juegos del hambre con el mito de los atenienses que eran enviados a Creta como tributo para ser entregados al Minotauro. La serie de Percy Jackson, en cambio, se basa en la revitalización del mito griego. Porque los mitos ya no nos valen desde el punto de vista religioso, aunque tengo entendido que algun grupo de friquis sigue realizando cultos a Atenea en determinado lugar y fecha, pero no creo que se lo tomen demasiado en serio. Y es que ya no se lo tomaban en serio los griegos más cultos, que fueron capaces de hacer el paso al logos en su conocimiento del mito. Lástima que en la Edad Media perdiéramos todo el terreno que habían avanzado ellos y volviéramos a explicarnos la realidad en terminos de religión (tengo entendido que todavía hay quien lo hace, incluso con subvenciones estatales). Los mitos nos interesan para explicarnos nuestras tradiciones y como entretenimiento. Y como entreteniento Riordan ha sido capaz de traer al presente mitos griegos con bastante fortuna (o muchísima, incluso, como por ejemplo al relacionar a las amazonas con el sistema de venta por internet Amazon).
Una última recomendación: las películas no son tan buenas como las novelas, aunque resultan entretenidas. Leed.
M. José Crespo, profesora de Latín y Griego

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