¿Por qué Filosofía?

A menudo la gente me pregunta por qué elegí la filosofía entre tantas opciones si ésta 'no sirve para nada', pero yo suelo conpadecerme de ellos porque suele ser por ignorancia por lo que no entienden muy bien qué es eso de la filosofía o qué puede aportarnos. Estoy segura que muchos sabios compartirán mi opinión cuando algunas veces les han dicho o preguntado cosas como: “Ah sí, la filosofía es eso de Platón...” o “¿Dais estética en filosofía, eso no es donde te arreglan el pelo? Hay que reconocer que no toda la culpa la tienen dichas personas, pero ponerme a culpabilizar ahora o señalar con el dedo algunas reformas educativas que dan al traste con el importantísimo papel que juega (o debería jugar) la filosofía en nuestras sociedades, no es mi objeto en este artículo.


Desgraciadamente, la filosofía hoy en día no es muy popular pero lo que sí es demasiado popular entre los jóvenes es elegir sus estudios en vistas a una cierta carrera laboral. Es aquí donde empiezan a desempeñar su importancia las sociedades tecnocráticas; podemos observar legiones de estudiantes eligiendo económicas, ingenierías o marketing simplemente por “coger la cartera de clientes de papá cuando se jubile y ganar mucho dinero”. Creedme que hablo por propia experiencia en este asunto, pero entonces me pregunto ¿realmente a todos esos jóvenes de 17-18 años les puede apasionar tanto las ciencias económicas? Muchos me han confesado que no, pero tampoco puedo hablar por todos. Y es aquí donde quiero hacer hincapié, las personas deberíamos encontrar lo que realmente nos apasiona y formarnos en ello si es necesario. Y esto es precisamente lo que la filosofía significa para mí: la formación de la persona.

Saber de filosofía nos puede ayudar también a tener una peculiar 'filosofía' de la vida, valga la redundancia. "Se toma las cosas con filosofía" solemos decir, pero es que resulta verdadero que la filosofía aporta un anclaje ideológico serio que nos puede dar resortes fuertes para vivir. La filosofía nos da sabiduría y aunque no creo que nos garantice la felicidad, ya que en muchas ocasiones nos hace ser más desgraciados por abrirnos los ojos y darnos cuenta del sinsentido y del engaño en el cual vivíamos, sí que nos garantiza, a mi manera de ver, las cosas, de una existencia más intensa. Una vez leí un artículo donde H. Putnam ya hablaba de esto y decía algo así como que si le ofreciéramos a la gente tomarse una pastilla azul y ser feliz, solo que sin ser consciente de la realidad de las cosas, o tomarse una pastilla roja y captar la complejidad y los claroscuros del mundo, con todos sus matices (muchos de ellos desagradables), la inmensa mayoría se tomaría la pastilla roja y es por ello que enterarse, aunque se sufra, siempre es mejor que vivir en la inopia.

La filosofía, que por definición, por etimología y por esencia, se describe a sí misma como amor a la sabiduría y tiene el objetivo fundamental de enseñarnos a pensar, a discurrir con la cabeza, a formar criterio y a tener espíritu crítico, en definitiva, nos enseña a tener personalidad. Se echa en falta hoy en día personas con identidad y criterio propio, con espíritu crítico, que no se dejen influir fácilmente por las opiniones del ambiente, por la moda o los hobbies del momento. Nos faltan personas admirables, no maleables, que actúen por convicciones serias, profundas, y no por el viento que sopla en cada instante. Y es precisamente a la construcción de todo esto a lo que ayuda la filosofía, ya que es la disciplina que nos ayuda a buscar la verdad, a reflexionar con criterio sobre las grandes cuestiones que desde siempre han preocupado a la humanidad, cuestiones que han sido pensadas y abordadas ya por los filósofos: cada uno ha dado su respuesta, ha sido rebatido, matizado, defendido o ampliado por otro, y conocer todo esto nos ayuda enormemente a amueblar nuestra propia cabeza, a formar nuestros propios ideales y actitudes con lo mejor de los argumentos de unos y de otros. Prácticamente todas las ideas de uno u otro signo que encontramos hoy en la calle, más escépticas, optimistas, etc., han sido dichas y discutidas también tiempo atrás por los filósofos, de modo que llegar a conocer una cierta parte de ellas nos aporta una poderosa arma para la dialéctica, a saber, para poder discutir con precisión e, incluso, para superarlas con nuestro propio pensamiento. Por lo tanto lo que en mi opinión nos hace falta, son más filósofos, sabios y poetas que nos lideren en la búsqueda de la verdad, del bien y de la belleza, conceptos que parecen estar en crisis dentro de nuestro mundo.

De hecho, alguien ha comentado que nunca como hoy se percibe la conciencia del fin de una época, pues nadie cree en nada, no hay cosas fijas, todo vale y da igual, todo es relativo, hay un profundo escepticismo con una cierta tristeza de fondo que hace que los tiempos actuales sean débiles y vulnerables. Hemos pasado según dicen, de la llamada modernidad (con su optimismo basado en la fe ciega en el progreso de la ciencia, la nueva religión del momento) a la llamada post-modernidad, que tiene un enorme pesimismo de fondo, porque se piensa que no hay verdades absolutas: ni siquiera la ciencia ha colmado todas las expectativas que muchos habían puesto en ella, pues bien saben los científicos que cada respuesta conlleva otras preguntas que hay que resolver, por lo que la ciencia no puede agotar toda la verdad. Por eso, necesitamos volver de nuevo a las raíces, a la verdadera filosofía, a la verdadera sabiduría, que nos aporte resortes realistas, serios, fuertes, fundados en la persona; que forje nuestro criterio, nuestros valores, nuestra personalidad e, incluso, diría, nuestro optimismo. Por lo tanto, a todas esas personas que alguna vez dijeron o pensaron que la filosofía no sirve para nada las remitiría a Adorno y las invitaría a que reflexionaran sobre su propio supuesto. ¿Qué significa que algo sirva? ¿Todas las cosas sirven de la misma manera? ¿Por qué es importante que algo sirva? Y les contestaría ¿filosofía para qué? Filosofía para ser persona, filosofía para vivir.
Laura

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