En la vida de muchísimas personas ocurre a diario que nos encontramos con multitud de obstáculos. No me refiero a meras dificultades como podría ser un atasco, dormirse porque no te suene el despertador o ver que no llevas suficiente dinero encima para comprar el disco que has ido a comprar. Mi juicio va más allá, en verdaderos quebraderos de cabeza que inundan irremediablemente de dudas y de temor nuestra mente.
¿Por qué nos dejamos llevar por el miedo?

El miedo es una respuesta emocional y fisiológica de nuestro cerebro a eventos y situaciones que "interpreta" como peligrosas, de este modo al encontrarse un individuo frente a un mandril no se le pasa por la cabeza sonreír sino salir huyendo lo antes posible. Es un mecanismo innato (desde el nacimiento), rápido y de supervivencia. Con la vida diaria ocurre algo similar.
¿Por qué no nos adentramos en lo nuevo?
Entendamos nuevo como una situación diferente que el individuo debe afrontar para poder cambiar su conducta en beneficio de lo que él cree que es lo mejor y deseable. Me atrevería a aventurar que muchas (si no la mayoría) personas que no se adentran a lo desconocido es por culpa del miedo. Un temor que se ha ido forjando culturalmente a lo largo de la historia y que nos paraliza, nos hace dudar de aquello que realmente queremos para nosotros. De una persona que acaba de perder el trabajo a sus 55 años pensaríamos que va a tener grandes dificultades para encontrar una estabilidad laboral en estas condiciones. Esta persona iniciaría un recorrido a través de su pasado para llenarse de remordimientos que le derivarían en una posible frustración personal y que acarrearía algún trastorno psicológico. Sin embargo, tenemos que romper esta visión tan fraudulenta de la vida y empezar a cambiar nuestra manera de ver las cosas. Ni éstas son tan negras como nos las suelen ni tampoco hay que caer en el error de dejarse llevar por una utopía. Retomando el mismo ejemplo, si esta persona se convence a sí misma de que puede lograr encontrar trabajo, sale a la calle a buscarlo, llama por teléfono todos los días y realiza cursos formativos, seguro que encuentra aquello que busca por muy verdes que las cosas estén. La clave del éxito es la actitud, las ganas, el ímpetu y el esfuerzo en conseguir una meta.
No nos tiene que asustar el miedo ni menos aún la idea de poder sentirlo. El miedo nos permite ser cautos, prevenir las consecuencias con picardía, aunque para ello es imprescindible la voluntad. No tenemos que rendirnos ante ninguna adversidad. No importa si una opción que escogiste no resultó ser la correcta o si el camino por el que decidiste caminar no tuvo salida sino seguir adelante, equivocarse, rectificar y aprender de nuestras andanzas. No seamos rígidos con nosotros mismos, seamos más abiertos al cambio e intentemos darle la vuelta a esa perspectiva que no nos permite avanzar para poder obtener un buen resultado.
No tengamos miedo de nuestro valor.
Sergio Artés Román
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