REFUGIADOS SIN REFUGIO: DE VERGÜENZA Y DIGNIDAD


Regina Llavata i Salavert
Regidora de Educación, Servicios Sociales y Derechos Civiles
En la memoria colectiva de los europeos occidentales se tiene la convicción de ser la cuna de los derechos, la democracia y las libertades. Pensadores, políticos y ciudadanos anónimos han hecho posible, no sin muchísimas dificultades, guerras y penalidades, disfrutar hoy la ciudadanía española de una corta pero intensa democracia. En gran parte de Europa se ha construido el Estado del Bienestar, ese sistema político que da cobijo y derechos sociales, es solidario y se sustenta sobre tres pilares: la sanidad pública, la educación universal y las pensiones de jubilación. En España tenemos la ventura de tener legislado y en fase de desarrollo un cuarto sostén, la Ley de Dependencia; ésta asegura que todas las personas tendrán ayuda en situaciones de discapacidad, diversidad funcional o la minusvalía propia de la edad. Además estamos acostumbrados a nuestro sistema jurídico garantista que nos da posibilidad de recurrir, demostrar, defendernos y denunciar, si es el caso.
La Unión Europea se crea para consensuar políticas conjuntas de derechos, económicas y sociales. Tras años de negociaciones, avances y dudas se firma el Acuerdo de Shengen que permite el transito de ciudadanos de los países firmantes sin fronteras ni impedimentos. Los derechos de estos ciudadanos se igualan para transitar en ese denominado espacio y tan solo con identificarse con el documento del país de origen es posible pasar fronteras.
Paralelamente al desarrollo de este espacio de libertades y derechos existen países que soportan dictaduras, ejércitos y libertades coartadas por religiones, partidos políticos o intereses económicos. Todo lo expuesto con anterioridad no tiene ningún sentido en estos estados; hace unos años vivimos con expectación la llamada “Primavera Árabe” en la cual la ciudadanía de estos países pidió libertades y derechos como pueden ser los nuestros al carecer de ellos. Manifestaciones, reivindicaciones y protestas se produjeron en bastantes países de la zona. El tratamiento de estos acontecimientos tuvo diferentes raseros y consecuencias según el país y los intereses económicos y geopolíticos de las potencias mundiales. En dos países se llegó a la guerra civil que aún hoy desangra a los ciudadanos, uno de ellos Siria. Desgraciadamente estamos viviendo el desplazamiento de miles de familias sirias huyendo de la guerra que dura ya cinco años.
Por otra parte, tras la segunda guerra mundial la ONU y los tratados internacionales buscan asegurar los derechos humanos y los países van firmándolos, comprometiéndose a su cumplimiento. La Unión Europea es pionera en esta búsqueda y dentro de su ámbito las personas saben que les ampara la legislación nacional pero también la internacional. Reiteradamente se reivindican resoluciones de la Asamblea de la Naciones Unidas que dan poder jurídico y moral a las actuaciones e intervenciones.
Se reconoce por los países democráticos también la posibilidad de asilar por motivos políticos y humanitarios a aquellas personas perseguidas o desplazadas por razones ajenas a su voluntad pues peligra su integridad física o sus derechos civiles. En los países europeos democráticos continuamente hay personas peticionarias de asilo acogiéndose al Estatuto de los Refugiados: “ Ningún Estado Contratante podrá, por expulsión o devolución, poner en modo alguno a un refugiado en las fronteras de territorios donde su vida o su libertad peligre por causa de su raza, religión, nacionalidad, pertenencia a determinado grupo social, o de sus opiniones políticas”.
Tras una contienda o guerra civil entre ciudadanos de un mismo país es lógico e históricamente frecuente que se produzcan desplazamientos de población hacia territorios seguros, con posibilidad de asilo y residencia digna. No es de extrañar pues que ciudadanos de países en conflicto, procuren llegar a Europa -nuestra Europa, nuestro país- para refugiarse y solicitar asilo humanitario por estar en peligro sus vidas y la de sus hijos e hijas.
No hace tanto, países como Francia, México, Venezuela, Argentina, Unión Soviética… acogieron como refugiados a nuestros abuelos y bisabuelos que huían de la guerra civil española. Este fenómeno de acoger a personas que corren riesgo de perder la vida por conflictos en sus países es lo que conocemos como Solidaridad Internacional y es más frecuentes de lo que pensamos; aunque los medios de comunicación focalizan siempre el problema en el lugar donde más casos se producen, más impactan por su magnitud o más inhumana es la situación. En estos momentos son noticia miles de ciudadanos sirios que intentan salvar sus vidas desplazándose hacia la Europa de los derechos y libertades, algunos perdiendo sus vidas o malviviendo en asentamientos fronterizos. Pero existen otros conflictos, otras nacionalidades, otros derechos coartados en otros muchos países que piden asilo en nuestras embajadas y que no son noticia.
Hace menos de un año la ciudadanía europea se sobresaltó tras ver la imagen de muertes infantiles, el dolor de miles de personas y el aprovechamiento de las mafias del mal ajeno. En aquel momento la Unión Europea tuvo que reaccionar por la presión de su ciudadanía para ayudar y refugiar a las familias que tienen que abandonar su casa y su país. Tras reuniones interminables de políticos alejados de la realidad y visitas relámpago a la zona de llegada se produce un reparto de los refugios por los países europeos. España debe recibir a 1.800 personas personas y acogerlas.
La solidaridad a pie de calle, los ayuntamientos, las organizaciones no gubernamentales, los vecinos… ofrecen lo que tienen para paliar tanto sufrimiento. El gobierno de la Pobla de Vallbona se reúne y tras valorar la situación se ofrece a ser Ciudad Refugio en la medida de sus posibilidades, los poblanos y poblanas se acercan al Ayuntamiento para registrarse como voluntarios. Y el tiempo pasa y poco ocurre. A España apenas han llegado dieciocho personas, pero el frio, el invierno y las lluvias si han llegado a Europa donde no paran de llegar familias arriesgando sus vidas y las instituciones siguen negociando como gestionar el reparto. Y este ya no sirve. La ciudadanía está ya hastiada y enojada con los políticos de corbata y tacones por su inoperancia para salvar vidas. Porque en definitiva de eso se trata. Ahora quieren comprar su estancia en un país tercero al que ofrecen dinero. Vergüenza.
Los poderes económicos prevalecen en la política internacional, no solo europea, sino global. La Unión Europea y la ONU intervienen donde las potencias mundiales consideran necesario hacerlo por intereses geopolíticos y económicos. Unas guerras civiles interesa pararlas y otras no importan, unas personas provocan movilizaciones militares y civiles, otras comunidades van perdiendo sus vidas sin ser noticia ya en las televisiones nacionales. Muchas reuniones se producen a cubierto mientras llueve sobre niños recién nacidos, muchas mujeres y niñas son violadas y miles de familias pasan calamidades.
Cuando alguna familia llegue a la Pobla de Vallbona estaremos orgullosos de atender también a estas personas, a estos niños y niñas. Tenemos familias pasando ya tiempo una mala situación económica y laboral pero aún así debemos ofrecer nuestra humilde solidaridad a un grupo de personas asustadas, maltratadas y traumatizadas huyendo de una guerra civil. Se trata de acoger a unas personas abandonadas a su suerte en mitad de unos campos con espinos que les impiden llegar a cubierto. Ellos quisieran estar en sus casas caldeadas, trabajando en sus profesiones, en su ciudad con sus amigos y lo han tenido que abandonar por miedo a morir. Se trata de supervivencia. Hay hueco entre nosotros para un pequeño grupo de personas hasta que acabe la guerra en sus casas y puedan volver.
Posiblemente desde una concejalía de pueblo donde todos nos tratamos a diario, nos conocemos por nuestros nombres y sabemos de desgracias ajenas se ve con la perspectiva adecuada un problema humanitario que requiere cuanto antes solución colectiva. No se entiende el regateo ni la hipocresía de firmar grandilocuentes manifiestos mientras se deja a refugiados sin refugio y se intenta su alejamiento interesado. ¿Qué se esta haciendo para parar la guerra? ¿Dónde están los organismos de la Unión Europea? ¿Dónde están los cascos azules de las Naciones Unidas? ¿Por qué los países vecinos más próximos y ricos miran hacia otro lado y no abren sus fronteras?
Formamos parte orgullosos de la Europa de las libertades y derechos, democrática y solidaria. Debemos hacer entre todos que sea humana y digna, al menos la Pobla de Vallbona intentará serlo.

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