Si nos quitan la filosofía, ¿qué nos queda?

A día de hoy, los cargos públicos no gozan precisamente de una buena reputación por todo lo que está saliendo a la luz, especialmente en el sector político, el prestigio del cual está sufriendo una caída en picado y, sinceramente, no me extraña. Es más, me extraña que no haya habido revueltas a gran escala dentro de este país con todo lo que está pasando, pero éste no es el tema del que pretendo hablar hoy.
Nuestro “amigo” el ministro Wert, el cual ocupa un cargo en el que supuestamente debe elegir lo mejor para los ciudadanos (dentro de sus funciones como ministro de educación, claro está), entre muchas aberraciones que a mi parecer ha cometido, una de ellas, que es la que pretendo tratar hoy, es la de quitar la filosofía de los institutos.
Con esta “brillante” idea del señor Wert, lo único que pretende conseguir (o al menos esa es mi impresión) es convertirnos en personas sin capacidad para cuestionar los que se nos impone, sin capacidad para pensar; quieren que acatemos las ordenes sin rechistar, que creamos todo lo que nos dicen y que no protestemos, ya que si somos incapaces de ver lo que ocurre a nuestro alrededor, es imposible que podamos protestar. Porque esto es lo que ellos intentan, que no veamos la verdad, por ello utilizan toda esa palabrería en todos sus discursos en lugar de decir las cosas claras, porque, como dijo Trotski: “ Exponer a los oprimidos la verdad sobre la situación es abrirles el camino de la revolución”  y ésto es precisamente lo que ellos quieren evitar, que nos demos cuenta de todo lo que tienen organizado, porque si nos diésemos cuenta, esto desencadenaría en una revolución. Además, si no tuviesen nada que esconder, dirían las cosas claras, ¿no?
Pero bueno, a lo que me refería es que tratan de quitarnos algo tan fundamental para una civilización como la filosofía, algo que nos diferencia del resto de animales, esa cosa que empezó con Tales, allá por el siglo VI a.C, en un pequeño pueblo llamado Mileto, y que ha llegado hasta nuestros días, lo que podríamos catalogar como el motor de desarrollo de nuestra civilización. Cosa que sinceramente, me parece muy poco inteligente (por decirlo de una manera suave) ya que el pensar es lo que nos hace crecer como sociedad, y por lo tanto, avanzar.
En resumen,  está claro cuál es la posición de este gobierno: más religión y menos pensar. 

Pedro Ramada, alumno de 1º Bachillerato B

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